viernes, 18 de marzo de 2011

Alusiones a Gomeznarro V

Alusiones a GOMEZNARRO en el libro  HISTORIA DE MEDINA DEL CAMPO
de  Gerardo Moraleja  Pinilla, editado por Manuel Mateo Fernández en el año 1971.

Pág. 131:
Del Zapardiel ya dijo Cervantes que era famoso por su pesca, aunque más que a la cantidad se refería a la calidad, y de la relativa abundancia de anguilas y tencas que se pescaban en las Lagunas Reales, aparte de lo declarado por Osorio y confirmado por frecuentes autos consistoriales, es testimonio el convenio pactado en 3 de abril de 1742, cuando ya la pesca había descendido notablemente, entre la villa y la cofradía de las Angustias, por el cual, aquella cedía en beneficio de ésta, para la obra de la capilla entonces en construcción, la explotación de la pesca de las mismas por la suma de mil reales. En el mismo se establecían para los vecinos mejores precios que para los forasteros, demostrando así que cubría el consumo de la villa. Se regulaba también la conservación del agua conveniente, conduciéndola del río.
            Por ser riqueza merecidamente estimable, el vecino pueblo de Gomeznarro promovió un pleito sobre pertenencia de las mismas Lagunas , vindicándolas  para sí, por asegurar que radicaban en el  dentro del término de Villafuertes, despoblado en 1612 y a él agregado. Medina sostuvo que siempre pertenecieron a su término y no al de Villafuertes, y su mejor derecho fue proclamado por Real Provisión del Rey Fernando VI, que se  custodia en nuestro archivo.[1]



[1]              Fue constante la preocupación de los regidores por la conservación y fomento de la pesca, tanto del Zapardiel como de las Lagunas Reales. Esta última parece que se extinguió por el año 1778. Al comenzar la primavera, las lagunas apenas tenían agua, porque la sequedad de aquel invierno no había restituido el caudal perdido en el verano anterior, y se había abandonado ya la traída de agua del río  que anteriormente regulara el deseado nivel. En su consecuencia “la poca pesca que tienen de tencas  se esta perdiendo, unas porque se las comen las aves y otras porque se las llevan los pastores de Gomeznarro”. El acuerdo ya no fue de guarda y conservación, sino de exterminio, encargando al comisario que por medio de obreros “sacaran la pesca que encontraran y la vendieran a precios moderados”. La sequía  subsiguiente acabó para siempre con el criadero de tencas.

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