domingo, 13 de mayo de 2012

Juan Martínez Villergas LIV

...continuación.
                                         Oda a las patatas      II

Por la voz acabada
en eira como Ojeira, Beira y Neira,
Galicia es señalada;
pero es más celebrada
por la gaita chillona y la muñeira.

Nombre la Mancha alcanza
entre ciertas y ciertas maravillas
por su héroe Sancho Panza,
y la española danza
que llamamos manchegas seguidillas.

Mas también fama y mucha
les da su patatar, respondo a ciegas;
o decida en la lucha
Madrid, que tanto escucha:
«¡A dos cuartos manchegas y gallegas!»

Igual, bien comparadas,
a las mujeres son, doy datos fijos:
pálidas o encarnadas,
panzudas o estrujadas,
doncellas la mitad y otras con hijos.

Nadie hay que más insista
en ser cual yo tan partidario de ellas,
la causa está a la vista;
probable es que consista
en que me saben bien éstas y aquéllas.

Plantas las dos del suelo
que al ardiente apetito desafían,
guardan con denso velo
un corazón de hielo,
pero entrando en calor tarde se enfrían.

Furioso las embisto
frías, asadas, con arroz, calientes;
ya guisadas, ya en pisto,
pero en tortilla ¡ay Cristo!
me hacen de gusto tiritar los dientes.

Si llega a mis oídos
el son de la sartén sobre la hornilla,
parezco a los partidos
que en viéndose vencidos
desean que se vuelva la tortilla.

Tanto al amor convida
hoy la patata, que decirse debe
con el alma y la vida,
que es la flor escogida
de este pensil del siglo diez y nueve.

Yo las estoy gastando
con tanta profusión que tengo un censo,
comiendo o almorzando,
cenando o merendando,
y tanto, en fin, en las patatas pienso

que si en bailes me veo,
mejor que a las de Strauss dulces sonatas,
pegar brincos deseo
al viejo martilleo
del venerable vals de las patatas.

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