viernes, 11 de mayo de 2012

Juan Martínez Villergas LIII

La patata.  S. tuberosum-5.JPG Este tubérculo continúa siendo la base de la alimentación de millones de personas. Quizás por ello nuestro convecino la dedicó esta

No las lides pretendo
celebrar de Austerlitz y de Lepanto,
ni de Roma el estruendo,
yo que de eso no entiendo
la gloria y prez de las patatas canto.

Y no en contrario pugne
esa que grey se nombra de Castilla,
no espero que me impugne,
ni creo le repugne,
la que ha venido a ser su comidilla.

Porque alusión recela,
dirá más de un señor que no las cata;
yo digo que no cuela,
que lo cuente a su abuela,
porque a mí no me meten la patata.

Bien haya a los que hallaron
de América en el rincón pingüe tesoro,
que audaces explotaron,
y al regresar surcaron
olas de plata y borbollones de oro.

Bien haya a los que hicieron
romería tan larga viento en popa
y en la región que hendieron
la mina descubrieron
que de patatas inundó la Europa.

Pues dionos más consuelo
(dice un autor) que el oro y que la plata,
quien con humano celo
al europeo suelo
la mina trasplantó de la patata.

Del hambre al fiero estrago
las masca el rico, el rey ¿quién dijo miedo?
y en su elocuente amago
igualan al monago
con el mismo Arzobispo de Toledo.

¡Oh! sin su prodigiosa
y alta influencia que a pintar no acierto,
en ésta era famosa
fuera una misma cosa
quedar cesante y repicar a muerto.

Sabroso, no es lisonja,
y fruto el más barato del mercado,
el estómago esponja
del ex-fraile, la ex-monja,
la huérfana, la viuda, el retirado.

Y es tal su baratura
que todo bicho en ello hecha bravatas,
diciendo a quien se apura:
«No hay miedo, criatura,
venga a mi choza y comerá patatas».
                                                                        ...continuará.

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