sábado, 4 de febrero de 2012

Juan Martínez Villergas XXXI

Una crítica dura de Juan Martínez Villergas junto a Ribot hacia una obra de Tomás Rodríguez Rubí. Solamente reproduzco una primera parte de la misma. Si alguien está interesado en conocerla al completo, no tiene más que indicármelo  y, gustosamente, se la envío. (13 páginas más).



    La elaboración del canon en la literatura española del siglo XIX : II Coloquio de la Sociedad de Literatura Española del Siglo XIX (Barcelona, 20-22 de octubre de 1999)
     edición de Luis F. Díaz Larios, Jordi Gracia, José M.ª Martínez Cachero, Enrique Rubio Cremades, Virginia Trueba Mira

El drama histórico romántico «en mantillas»: Isabel la Católica, de Tomás Rodríguez Rubí, en Folletos literarios del Tío Camorra y el Jesuita
Asunción GARCÍA TARANCÓN

I. B. Jaume I. Borriana (Castellón)
El título que lleva este ensayo tiene su origen en la prédica que Villergas y Ribot dirigen a Rubí, tras el estreno de su obra Isabel la Católica:
El señor Rubí, haciendo entrar en más de lo que debía el elemento histórico en su última composición, y careciendo de la inspiración poética y del talento profundamente pensador de los poetas de la antigüedad para producir grandes bellezas de detalle, ha conseguido acumular en Isabel la Católica todos los defectos del arte cuando se hallaba en mantillas, sin ninguna de las condiciones que el progreso de la literatura ha dejado en pie, ni ninguna de las que sucesivamente ha ido introduciendo.

Cuando Villergas y Ribot vituperan el drama Isabel la Católica de Rubí como dechado de defectos es 1850. En esta fecha no parece sino que el drama histórico deba tener un modelo estable, dada la larga trayectoria del que ha sido protagonista. El dictado de «en mantillas» aplicado al drama histórico cuando menos nos deja perplejos. Lejos parecían quedar las concepciones antitéticas y antagónicas del romanticismo que nacieron ante las dificultades para insertar el drama histórico en la órbita del teatro barroco español o del drama francés de la «nueva escuela».
El «mal llamado» drama histórico de Rubí (publicado en 1843), representado por primera vez en 1850, es una calamidad, según Villergas y Ribot. Y lo es tanto     por la falta de inteligencia del autor como por la ignorancia de lo que concierne al arte del drama histórico. En este sentido último, Villergas y Ribot al definir de incipiente este género teatral están diciendo que en 1850 no había aún un modelo definido de lo que debía ser el drama histórico. O bien que las querencias sobre lo que debería configurarlo, a los ojos de Villergas y Ribot, se encontraba en un estado de prueba.
En estas páginas no se persigue descender a los orígenes ni a la evolución del drama histórico en España. Nos interesa el estudio de la crítica que vierten Villergas y Ribot sobre Isabel la Católica, en concreto las digresiones que hacen sobre un modelo ideal de drama histórico. Los juicios de dos proscritos y disidentes de la literatura y de la política oficial ofrece el atractivo de matizar y contrastar la labor que sobre el mismo tema desempeñaron críticos coetáneos de mayor rango profesional.
Folletos políticos y literarios es un trabajo de crítica literaria que consta de 79 páginas más una con las erratas, realizado por Juan Martínez Villergas y Antonio Ribot y Fontseré en 1850, con ocasión del estreno del drama Isabel la Católica de Tomás Rodríguez Rubí, drama en tres partes, Segovia (1475), Granada (1492), Barcelona (1493), y seis jornadas. Escrito en verso, rinde homenaje a los principales hechos de su reinado: convulsiones políticas, toma de Granada, descubrimiento de América.
En la portada, El Tío Camorra (Villergas) y El Jesuita (Ribot), revelan el motivo de su documento y a quien lo dirigen de esta forma:
Carta que acerca del muy aplaudido drama ISABEL LA CATÓLICA dirigen al Exmo. Sr. conde de San Luis, Vizconde de Priego, EL JESUITA Y EL TÍO CAMORRA, precedida de unos cuantos piropos al santonismo que, aunque no vienen al caso, darán un rato de buen humor a los santones.

Antes de ocuparse de Isabel la Católica, vierten sobre el santonismo progresista una gran parte de su bilis, para que sea menos amarga la crítica que dirigirán al «sr. Rubí por haber hecho de Isabel la Católica un drama tan detestable, no acreedor a ninguna de las muestras de deferencia con que el Gobierno, la corte y el público, amén de algunos gacetilleros y folletinista, se han esforzado en honrarle», dicen. Los autores se presentan como furibundos censores de «muchas popularidades inmerecidas», pese a que con probo cinismo advierten de la inocencia y humildad con que abordan el asunto que les ocupa. A continuación, Villergas y Ribot rememoran los tiempos en que ambos escribían en el periódico de El Tío Camorra y también la publicación conjunta de Los políticos en camisa, 1845, hasta que llega la     dictadura de Narváez, 1848. Gracias a la cual la edición de Los políticos en camisa se suspende y también El Tío Camorra, por haber cesado la Constitución. Dos años llevan ya de cesantía. En este bienio repasan las actividades a las que se han dedicado como redactores de diversos periódicos.
Como ambos pertenecen al genio irritable, cuando llega el momento tienen que desplegar las armas. Tienen que arreglar las cuentas con mucha gente. Así dicen: «los moderados nos han perseguido mucho, y los progresistas nos han estafado mucho». En esta estafa se quejan de que no les han pagado sus colaboraciones en El Espectador. ¡Si V. E. conociese como nosotros a los santones del partido progresista! Los santones no son más que la rémora del partido progresista. Los santones recurren a los jóvenes para la redacción de los periódicos de que ellos suelen llamarse directores. Son tratados muy mal y no se les retribuye su trabajo, o cuando se hace es tarde. Además los artículos pasan por el tamiz de la censura, todos tienen el visto bueno de los padres graves y se han introducido enmiendas sin conocimiento de sus autores. Después de este varapalo a los santones del progresismo que llega hasta la página 14, se ocupan del drama de Rubí.

Una censura acre contra Rubí o contra todo drama romántico malo
El texto, escrito en tono despreocupado y falto de expresión cuidada, constituye una diatriba contra Rubí como dramaturgo. Aunque el origen parece ser -como dicen sus autores- el padrinazgo del autor370, quien es aplaudido, por tener de antemano el beneplácito de la Corte en la representación de su drama Isabel la Católica, Ribot y Villergas arremeten contra todo el teatro de Rubí; y por qué no decirlo, contra el entorno social que se vincula a su forma de entender la realidad y plasmarla en escena.
   
Una popularidad inmerecida y trivial como se desprende de la condición del público que ha asistido a la representación:
Los aplausos y el bolsillo de un público autómata, bobalicón, que mecanizado y sin autoridad propia, y acostumbrado a decir a todo amén, creyó que debía parecerle bueno un drama que de antemano tenía la aprobación del gobierno y de la Corte.
La popularidad trivial que no deja huella en el porvenir y pasa como un objeto de moda (ésta es la que disfruta Rubí). [...] Un discurso o un drama en que todo es trivial cae más dificilmente que otro en que las vulgaridades aparecen interpoladas con sublimes arranques. Las cosas triviales que se aplauden en las medianías nunca dejan de reprobarse en el genio. Dumas y Scribe, que han sido silbados algunas veces, admiran a los amantes del arte, a los hombres de verdadero talento
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