"Trotamundos transatlántico" IV
... estancia
en España, Villergas vuelve en 1878 a La Habana, donde se apunta a la junta directiva
de un partido recién establecido, la Unión Constitucional. Ese partido, el más conservador
y pro-español de la época, admite “todas las reformas
compatibles con la integridad del territorio, bajo el principio de la asimilación de las provincias americanas á las de
la Península” (Alonso Cortés 123); Villergas será director del órgano
suyo llamado Don Circunstancias (1878-81;
1883-84).Tras otros viajes a España, vuelve a Cuba por última vez en 1887,
cuando la Unión se encuentra en vías de desintegración. Según Gómez Villaboa, la
junta directiva del partido acuerda como recurso
supremo para la supervivencia crear un gran periódico diario, que sea capaz de
enfrentarse y competir en todo con El Diario de la Marina, que viene alentando a los autonomistas y
disidentes con la difusión de muchísimas falsedades e infundios en contra
de la soberanía española (305),y es Villergas a quien le
ofrecen dirigir el nuevo rotativo
conservador. Cuenta Alonso Cortés que bajo la “solemne” dirección de
Villergas, el periódico influye en el que los disidentes retornen a la
Junta Directiva, y que el partido gane en una importante elección de los Ayuntamientos. Son
éxitos que permiten que Villergas, ya “encontrándose viejo y achacoso, con
sus 72 años, regrese a España, por última vez, en julio de 1889,
buscando reposo a su errante vida bohemia por múltiples países y con un sinfín
de aventuras de todo género; deseando morir en su tierra…. . Muere
en1894, un año antes de que inicie Jose
Martí la lucha que iba a darle la Independencia a la isla en 1898. Los
hitos de la vida y carrera de Villergas ponen de relieve las múltiples
caras del liberalismo europeo en sus transformaciones a lo largo del siglo
diecinueve, desde un patriotismo frente a las guerras independistas de
comienzos del siglo hasta un nacionalismo
que hacia finales del siglo va a veces en dirección democrática y progresista,
otras veces en dirección autoritaria y retrógrada (Kamenka 3; Plamenatz). Villergas
entra en el mundo político como progresista a favor de la democracia republicana
y los derechos del pueblo, en contra del monarca y cualquier tipo de censura. Ahora
bien, es evidente por sus posiciones tardías respecto a Cuba que todos esos sistemas y derechos se aplican a unos (los
que caigan dentro de la nación), pero no a otros (los que caigan
fuera). Estos últimos sacrifican su libertad a la necesidad de que la nación sostenga su identidad por medio de sus
posesiones coloniales.
De
ahí surge, en parte, una
contradicción patente entre el liberalismo y el colonialismo a pesar de su aparente hermandad entre
los gobiernos europeos del final del siglo diecinueve: los derechos que se aplican a los nacionales no se
aplican a los colonos, hecho que algunos teóricos liberales de la época,
entre ellos John Stuart Mill, apoyan con el argumento de que ciertos grupos de colonos no se califican de
aptos para el autogobierno (Kohn).Curioso considerando que los del Ancien Régime usaban
argumentos parecidos en contra de los progresistas no-aristócraticos menos de un siglo
antes. Merece subrayarlas ironías de
esa posición para nuestro Villergas, que siendo uno de los más perseguidos en
su patria va a las Américas en búsqueda de libertad, y allí no apoya la libertad
de los del territorio que lo adopta, sino los derechos de su patria
original. Y eso que Villergas era rígido en sus opiniones sobre el
asunto: una fuente le cita diciendo que en Cuba no se podía “hablar de
partidos, sino de estar con España o contra ella” frente a los elementos separatistas que iban ganando más
popularidad en la isla a comienzos de la década de los sesenta (Gómez Villaboa
285).Otra ironía es la posibilidad de que Villergas, si se hubiera
quedado dentro de su nación, no
se habría opuesto a los derechos de Cuba
de independizarse. ¿Era el mismo viajar y vivir en esa
cultura lo que avivó más su patriotismo, haciéndole aferrarse más a su identidad española? Afirma una y otra
vez durante su época cubana que ”antes quela república y la monarquía,
está la Patria” (Alonso Cortés 101; Gómez Villaboa 14). Si Villergas,
archi-republicano, se hubiera quedado dentro de las fronteras de su propio
país, ¿habría entonces apoyado la
independencia de Cuba como los otro republicanos con que antes había compartido
bandera? ¿El hecho de vivir en Cuba le provoca al republicano
“radical” esa posición intransigente frente a los derechos de su
pueblo? Esta es una posibilidad, dado el comentario del mismo autor en El Moro Muza, donde proclama lo siguiente sobre lo que la supuesta
tiranía española: Todo eso… lo creía yo antes de ir á Cuba, porque así
me lo habían asegurado en Madrid, en París y en Londres muchos de los que hoy se
han quitado la careta y entonces se me
vendían como buenos españoles, si bien españoles reformistas. Pero fui á
Cuba, y vi que cuanto allí ó fuera de allí se decía contra los gobernantes, contra los españoles en general,
eran infames y groseras calumnias. (citado por Alonso Cortés 105)¿Había casos de viejos españoles republicanos
viviendo en Cuba que apoyaran a los independistas? Interesante
observar que Hortelano, otro liberal de la estirpe de Villergas, también
insistían en los derechos de España a sus últimos territorios, y Gómez
Villaboa se refiere en su biografía de Villergas a por lo menos otro periodista
republicano español –habitante de Cuba y contemporáneo de
Villergas—que se encontraba igualmente
metido en la causa en contra de la independencia cubana. Villergas
y otros emigrados contemporáneos suyos suelen caer en una suerte de pozo
negro de la historia que los estudios transatlánticos nos
permite sondar. Se debe mayormente a
que su obra no caiga directamente dentro de ningún canon nacional, las líneas
según las cuales tales tipos de estudios tienden a orientarse. El
periodismo pro-español de Villergas en Cuba
y Argentina no ha recibido tanta atención; no contribuye al establecimiento de
los nacientes periodismos nacionales de esos países.
Como
español, Villergas ha recibido más atención dentro de España pero aun
así suele perderse en importancia por
pasar tanto tiempo fuera de su propio país, en constante ir y
venir. El hecho de que se distanciara del conocimiento de escritores
dentro de su patria se evidencia con un
anuncio de su locura y posible muerte en un periódico madrileño en 1878; una
aclaración de los hechos lo afirmó como olvidado y casi desconocido ya para
esos años en España (Alonso Cortés 118-19). Su
recuperación posterior por algunos biógrafos españoles del siglo XX –tales como
Alonso Cortés (1913) y Gómez Villaboa (1968) está teñida aun así por reivindicaciones
nacionalistas y patrióticas tales como unas defensas de sus elecciones
políticas y posturas polémicas a lo largo de su carrera controvertida y
cambiante. Por tales transformaciones de posición y género, por sus continuos
desafíos del orden y continuidad, se distancia también delos cánones, nacionales u otros: un personaje
como Villergas es doblemente susceptible al olvido de ese período
porque su obra es difícil de definir, encontrándose muchas veces entre lo
político y lo artístico, lo periodístico y lo literario, siendo un
escritor satírico que se dedicaba tanto al
periodismo político como a las novelas y la crítica literaria. Las
figuras como Villergas son ricas para rendir una nueva perspectiva sobre las
fronteras en el siglo diecinueve, tan reciente formadas y construidas
tanto entre los países como entre las
ideologías y los géneros de escritura. Si hay un solo elemento
en común entre todas las múltiples facetas de nuestro Villergas, es
su insistencia en su libertad de
expresión y crítica a pesar de la oposición y las peripecias de sus propias opiniones. A
pesar y encima de todo, insistía siempre en hacerse oír su voz, y así le dejamos
aquí la última palabra: ”Criticamos y murmuramos por la misma razón que el fuego
quema y el agua moja… porque no podemos hacer otra cosa… Es seguro que si nunca
hubiésemos tenido nada que censurar, nunca hubiéramos tenido nada que escribir”. Continuará....
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