domingo, 2 de febrero de 2014

Juan Martínez Villergas LXXIII


 "Trotamundos transatlántico"  IV



... estancia en España, Villergas vuelve en 1878 a La Habana, donde se apunta a la junta directiva de un partido recién establecido, la Unión Constitucional. Ese partido, el más conservador y pro-español de la época, admite “todas las reformas compatibles con la integridad del territorio, bajo el principio de la asimilación de las provincias americanas á las de la Península” (Alonso Cortés 123); Villergas será director del órgano suyo llamado Don Circunstancias  (1878-81; 1883-84).Tras otros viajes a España, vuelve a Cuba por última vez en 1887, cuando la Unión se encuentra en vías de desintegración. Según Gómez Villaboa, la junta directiva del partido acuerda como recurso supremo para la supervivencia crear un gran periódico diario, que sea capaz de enfrentarse y competir en todo con El Diario de la Marina, que viene alentando a los autonomistas y disidentes con la difusión de muchísimas falsedades e infundios en contra de la soberanía española (305),y es Villergas a quien le ofrecen dirigir el nuevo rotativo
conservador. Cuenta Alonso Cortés que bajo la “solemne” dirección de Villergas, el periódico influye en el que los disidentes retornen a la Junta Directiva, y que el partido gane en una importante elección de los Ayuntamientos. Son éxitos que permiten que Villergas, ya “encontrándose viejo y achacoso, con sus 72 años, regrese a España, por última vez, en julio de 1889, buscando reposo a su errante vida bohemia por múltiples países y con un sinfín de aventuras de todo género; deseando morir en su tierra…. . Muere en1894, un año antes de que inicie Jose Martí la lucha que iba a darle la Independencia a la isla en 1898. Los hitos de la vida y carrera de Villergas ponen de relieve las múltiples caras del liberalismo europeo en sus transformaciones a lo largo del siglo diecinueve, desde un patriotismo frente a las guerras independistas de comienzos del siglo hasta un nacionalismo que hacia finales del siglo va a veces en dirección democrática y progresista, otras veces en dirección autoritaria y retrógrada (Kamenka 3; Plamenatz). Villergas entra en el mundo político como progresista a favor de la democracia republicana y los derechos del pueblo, en contra del monarca y cualquier tipo de censura. Ahora bien, es evidente por sus posiciones tardías respecto a Cuba que todos esos sistemas y derechos se aplican a unos (los que caigan dentro de la nación), pero no a otros (los que caigan fuera). Estos últimos sacrifican su libertad a la necesidad de que la nación sostenga su identidad por medio de sus posesiones coloniales.
 

     De ahí surge,  en parte, una contradicción patente entre el liberalismo y el colonialismo a pesar de su aparente hermandad entre los gobiernos europeos del final del siglo diecinueve: los derechos que se aplican a los nacionales no se aplican a los colonos, hecho que algunos teóricos liberales de la época, entre ellos John Stuart Mill, apoyan con el argumento de que ciertos grupos de colonos no se califican de aptos para el autogobierno (Kohn).Curioso considerando que los del Ancien Régime usaban argumentos parecidos en contra de los progresistas no-aristócraticos menos de un siglo antes. Merece subrayarlas ironías de esa posición para nuestro Villergas, que siendo uno de los más perseguidos en su patria va a las Américas en búsqueda de libertad, y allí no apoya la libertad de los del territorio que lo adopta, sino los derechos de su patria original. Y eso que Villergas era rígido en sus opiniones sobre el asunto: una fuente le cita diciendo que en Cuba no se podía “hablar de partidos, sino de estar con España o contra ella” frente a los elementos separatistas que iban ganando más popularidad en la isla a comienzos de la década de los sesenta (Gómez Villaboa 285).Otra ironía es la posibilidad de que Villergas, si se hubiera quedado dentro de su nación, no se habría opuesto a los derechos de Cuba
de independizarse. ¿Era el mismo viajar y vivir en esa cultura lo que avivó más su patriotismo, haciéndole aferrarse más a su identidad española? Afirma una y otra vez durante su época cubana que ”antes quela república y la monarquía, está la Patria” (Alonso Cortés 101; Gómez Villaboa 14). Si Villergas, archi-republicano, se hubiera quedado dentro de las fronteras de su propio país, ¿habría entonces apoyado la independencia de Cuba como los otro republicanos con que antes había compartido bandera? ¿El hecho de vivir en Cuba le provoca al republicano “radical” esa posición intransigente frente a los derechos de su pueblo? Esta es una posibilidad, dado el comentario del mismo autor en El Moro Muza, donde proclama lo siguiente sobre lo que la supuesta tiranía española: Todo eso… lo creía yo antes de ir á Cuba, porque así me lo habían asegurado en Madrid, en París y en Londres muchos de los que hoy se han quitado la careta y entonces se me vendían como buenos españoles, si bien españoles reformistas. Pero fui á Cuba, y vi que cuanto allí ó fuera de allí se decía contra los gobernantes, contra los españoles en general, eran infames y groseras calumnias. (citado por Alonso Cortés 105)¿Había casos de viejos españoles republicanos viviendo en Cuba que apoyaran a los independistas? Interesante observar que Hortelano, otro liberal de la estirpe de Villergas, también insistían en los derechos de España a sus últimos territorios, y Gómez Villaboa se refiere en su biografía de Villergas a por lo menos otro periodista republicano español –habitante de Cuba y contemporáneo de Villergas—que se encontraba igualmente metido en la causa en contra de la independencia cubana. Villergas y otros emigrados contemporáneos suyos suelen caer en una suerte de pozo negro de la historia que los estudios transatlánticos nos permite sondar. Se debe mayormente a que su obra no caiga directamente dentro de ningún canon nacional, las líneas según las cuales tales tipos de estudios tienden a orientarse. El periodismo pro-español de Villergas en Cuba y Argentina no ha recibido tanta atención; no contribuye al establecimiento de los nacientes periodismos nacionales de esos países.


     Como español, Villergas ha recibido más atención dentro de España pero aun así suele perderse en importancia por pasar tanto tiempo fuera de su propio país, en constante ir y venir. El hecho de que se distanciara del conocimiento de escritores dentro de su patria se evidencia con un anuncio de su locura y posible muerte en un periódico madrileño en 1878; una aclaración de los hechos lo afirmó como olvidado y casi desconocido ya para esos años en España (Alonso Cortés 118-19). Su recuperación posterior por algunos biógrafos españoles del siglo XX –tales como Alonso Cortés (1913) y Gómez Villaboa (1968) está teñida aun así por reivindicaciones nacionalistas y patrióticas tales como unas defensas de sus elecciones políticas y posturas polémicas a lo largo de su carrera controvertida y cambiante. Por tales transformaciones de posición y género, por sus continuos desafíos del orden y continuidad, se distancia también delos cánones, nacionales u otros: un personaje como Villergas es doblemente susceptible al olvido de ese período porque su obra es difícil de definir, encontrándose muchas veces entre lo político y lo artístico, lo periodístico y lo literario, siendo un escritor satírico que se dedicaba tanto al periodismo político como a las novelas y la crítica literaria. Las figuras como Villergas son ricas para rendir una nueva perspectiva sobre las fronteras en el siglo diecinueve, tan reciente formadas y construidas tanto entre los países como entre las ideologías y los géneros de escritura. Si hay un solo elemento en común entre todas las múltiples facetas de nuestro Villergas, es su insistencia en su libertad de expresión y crítica a pesar de la oposición y las peripecias de sus propias opiniones. A pesar y encima de todo, insistía siempre en hacerse oír su voz, y así le  dejamos aquí la última palabra: ”Criticamos y murmuramos por la misma razón que el fuego quema y el agua moja… porque no podemos hacer otra cosa… Es seguro que si nunca hubiésemos tenido nada que censurar, nunca hubiéramos tenido nada que escribir”.                 Continuará....

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