miércoles, 5 de febrero de 2014

Juan Martínez Villergas LXXIV

  "Trotamundos Transatlántico" y V



BIBLIOGRAFÍA
Corona poética en honor del eminente literato Don Juan Martínez y Villergas. Buenos Aires: Imprenta     de El Correo Español, 1878.Alonso Cortés, Narciso.
 
 Juan Martínez Villergas: Bosquejo biográfico-crítico. Valladolid: Viuda de Montero, 1913.Ayzagar, Javier. “República”. J. Fernández Sebastián y Juan Francisco Fuentes, dirs.

Diccionario político y social del siglo XIX español. Madrid: Alianza Editorial, 2002.Balfour, Sebastian. “’The Lion and the Pig:’ Nationalism and National Identity in  Fin-de-Siecle Spain”.
 
Nationalism and the Nation in the Iberian Peninsula: Competingand Conflicting Identities. Eds. Clare Mar-Molinero y Angel Smith. Oxford: Berg, 1996.Barrantes, Victor. “Villergas y su tiempo”.

La España moderna LXVI (1894):53-69.Beltrán, Oscar Rafael. Historia del periodismo argentino, pensamiento y obra de los forjadores de la patria. Buenos Aires: Editorial Sopena, 1943.Benítez, Ruben.
 
Ideología del folletín español: Wenceslao Ayguals de Izco (1801-1873). Madrid: J. Porrúa Turanzas, 1979.Fernández, Juan Rómulo.
 
Historia del periodismo argentino. Buenos Aires: Librería Perlado, 1943. Fernández Sebastián, J. y Juan Francisco Fuentes, dirs.

Diccionario político y social del siglo XIX español. Madrid: Alianza Editorial,2002.García Castañeda, Salvador. "El satírico Villergas y sus andanzas hispanoamericanas".

Anuario de Letras X (1972): 133-51.Gómez-Villaboa, Luis E. “Selección y biografía”.

Antología epigramática de D. Juan Martínez Villergas, el gran humorista y primer satírico del siglo XIX. Madrid: G. Brasil, 1968.Hobsbawm, E.J.
Nations and Nationalism since 1780: Programme, Myth, Reality.Cambridge: Cambridge University Press, 1990. Kamenka, Eugene. 

Dos siglos de periodismo en Cuba: momentos, hechos y rostros. La Habana:Pablo de la Torriente Editorial, 1999.Mota, Francisco.

Para la historia del periodismo en Cuba: un aporte bibliográfico.Santiago de Cuba: Editorial Oriente, 1985.Pérez-Cisneros, Enrique.

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La Unión Constitucional y la política colonial de España enCuba. Madrid: Universidad Complutense, 1991.Staten, Clifford.

The History of Cuba. Westport, Connecticut: Greenwood Press, 2003.

     Gómez Villaboa cita un artículo de un diario madrileño, publicado en el año de la muerte del autor, que dice: “Ha sido indudablemente el primer periodista republica no en España, y casi se puede asegurar que cuando él se lanzó a la vida pública, no había en nuestra patria más que dos partidarios de la república: don José María Orense (el marqués de Albaida) en el Parlamento y él en la prensa” (cita atribuida al seudónimo de “Kasabal”; Gómez Villaboa 12).
Los apuntes biográficos contenidos en la Corona Poética cuentan que “sus padres… no carecían de cuantiosos bienes, á su nacimiento, pero la revolución liberal, en que se distinguió el señor Martínez desde el año 20, le arrebataron su vida y su fortuna, y si bien dejando en la orfandad y en la miseria este hijo, señalándole con tan elocuente ejemplo el recto camino que debía de seguir, y del que nunca se ha apartado Villergas, anteponiendo siempre á sus intereses sus convicciones” (iv). Gómez Villaboa relata que “los padres habían sufrido severas molestias por sus ideas –cosa harto frecuente en aquellos tiempos del rey ‘Deseado’… Sábese  también que a consecuencia de la detención y de los malos tratos recibidos, el padre de nuestro futuro gran satírico, contrajo una larga y penosa enfermedad que le tendría paralítico durante varios años, terminando por llevarle a la tumba, cuando nuestro alevín de vate hallábase aún en la edad de asistir a la escuela” (253-54). Ejemplo de este tipo de nueva posibilidad es la reapertura de las universidades que habían sido cerradas por Fernando VII en el año 1823.
 
     Maris Fernández comienza su estudio de Hortelano con el siguiente esbozo, nacido en1819 en Chinchón: “Décimo tercer hijo de labriegos dueños de tierras, viñas y olivares, huérfano a los quince años, buscó nuevos horizontes en Madrid, probando fortuna en diferentes oficios: sillero, sombrerero, aprendiz de cajista, corrector y regente de imprenta encontrando en este oficio el camino que signará su destino, y que lo condujo a ser impresor, editor de libros y periódicos en los que puso además de la letra, el espíritu político” (13). Como Villergas “se enroló voluntariamente como miliciano… en el cuartel del barrio de la Guardia Nacional, en ese entonces bastión del partido liberal, también llamado progresista o constitucional, partidario de la Reina Madre, María Cristina, esposa de Fernando VII, apoyada por el General Espartero”.

     Barrantes escribe el artículo en forma de un encuentro-diálogo entre él y otro escritor, contemporáneo suyo (Eulogio Florentino Sanz), en cuya boca pone esas palabras sobre la generación de Villergas. Benítez recuenta detalladamente la etapa del involucramiento de Ayguals en la Milicia Nacional y la Primera Guerra Carlista en páginas 22 a 27 de su estudio del autor. Barrantes pone en boca de Florentino Sanz acerca de 1849 un comentario que indica que no fía estar en ningún proyecto en el que Villergas esté involucrado: “me dejo llevará conferencias sobre la fundación de un periódico que pongo muy en duda, y  más aún si aceptaré la compañía de Villergas, que lleva siempre la mala consigo”. La réplica de Barrantes es el siguiente: “Tenía razón Florentino Sanz. Las circunstancias que nos rodeaban eran para pensar mucho un hombre hasta en salir a la calle” (61). Estas palabras también las pone Barrantes en boca de Florentino Sanz. También requeriría un acercamiento a las perspectivas entre toda la comunidad de expatriados en las Américas: ¿había algunos que apoyaran al proyecto independista a pesar de su nacionalidad española? ¿Quiénes? ¿Cuántos? Esa duración se divide en cuatro temporadas: 1859-61; 1862-64; 1869-71; y 1874.

     Marrero explica que la libertad de la imprenta era un tema de mucha contienda en Cuba durante esa época. El gobierno del general español Dulce Garay permitió una apertura de la imprenta que sólo duró unos treinta y cuatro días al comienzo de 1869, y aun bajo esa apertura no se permitía hablar de la religión ni de la esclavitud (31-32). Véase el excelente artículo de Balfour sobre la identidad y nacionalismo españoles hacia el final del siglo con la crisis de 1898.
     Véanse, por ejemplo, los estudios nacionales de Marrero y Mota en el caso de Cuba, y los de Beltrán y Fernández en el de Argentina. Una excepción a esa regla general ha sido el libro de Maris Fernández sobre la obra argentina del editor español Benito Hortelano. Estas palabras se atribuyen a Villergas como uno de los co-editores del folleto político español de los años cincuenta, El Tío Camorra (Barrantes 64).

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