lunes, 27 de enero de 2014

Juan Martínez Villergas LXXI

"Trotamundos Transatlántico" II



... del pueblo, la insistencia en la libertad de expresión, la lucha en contra de la censura, y las evidencias del sacrificio personal que seguir ese credo le trae. En 1840 sufre su primer encarcelamiento por haber redactado con otros escritores unos manifiestos revolucionarios denunciados porque tan “ardientemente se incitaba á la república” (Corona Poéticav). En 1842 Villergas funda la Sociedad Literaria al lado del empresario Ayguals de Izco (Benítez 30), casa editorial que se especializa en el entretenimiento y educación de una nueva clase de lectores urbanos. Villergas juega un papel insoslayable en la concepción y edición de esas nuevas publicaciones de índole democrática, a la vez que contribuye regularmente en ellas con escritos propios. Además de algunos periódicos de tipo satírico-cómico como La Risa, El Fandango, y El Cancionero del Pueblo, la Sociedad publica El Dómine Lucas, periódico conocido por su crítica seria de la sociedad española durante los primeros años del gobierno moderado. Entre 1844 y 1852 Villergas sigue ejemplificando el “temperamento batallador é inquieto(Alonso Cortés 70) que le va a convertir en verdadero incitador de persecución. Su fama había crecido, y con ella, el brío de los censores del GeneralNarváez. Alrededor de 1844, año en el que se ha documentado que el gobierno moderado redobla sus esfuerzos en control de la prensa, Barrantes atestigua los siguientes efectos de la obra del escritor polémico:…. pasé por Madrid poco después de un pronunciamiento, y tuve la primera noticia de Villergas del siguiente modo: Un grupo de zagalones, armados de escalera, engrudo y pincel, iba pegando por las esquinas grandes carteles, que á su vez arrancaban grupos de soldados, no sin insultos y repelones de una y otra parte, navajas abiertas y fusiles apuntados, por lo cual corría la gente dando gritos, y se cerraban las tiendas, y yo me refugié á puerto seguro, no sin curiosear el cartel, que era anuncio de una obra de D. Juan Martínez Villergas, con un dibujo horripilante y por carátula estos versos del mismo género:“Adorna, pueblo noble, tus esquinas / con los restos de tunos escritores, / y después extermina á los traidores / que en Francia se vendieron á Cristina”. (56)1844 es el mismo año en el que Villergas deja de trabajar con Ayguals en la Sociedad Literaria, un suceso posiblemente relacionado con la insistencia de Villergas en seguir con la crítica política directa a pesar del aumento de la presión gubernamental; el editor temerario seguía publicando su periódico republicano aunque ya habían dejado de salirlos otros periódicos liberales y ya sólo sobrevivían los monárquicos. Ya para finales de la década de los cuarenta, la represión se había puesto más fuerte que nunca, y Barrantes no dejaba de asombrarse del comportamiento atrevido del escritor: Villergas no escarmienta. Le he dicho ya mil veces, porque le quiero bien, que no sea cándido, que aprenda á distinguir de tiempos, como aconsejan los abogados; que no son éstos que corren como aquéllos del año 40, en que él vino al mundo literario, y preso por una hoja contra el gobierno provisional…fue absuelto por el jurado y sacado en triunfo de la cárcel… Pero es muy duro de cascos, y lo mismo que con los [de ayer] quiere hacer ahora con los Narváez, [y otros de hoy], que son hombres de más pelo en pecho, que saben dónde les aprieta el zapato, y que el mejor día me zampan en Filipinas á mi pobre Villergas á hacer versos y chistes contra los salvajes. El, erre que erre. En viendo agujero para escribir una hoja clandestina, una proclama ó cualquiera de esos esperpentos que llevan á un hombre derechito á la cárcel, por allí se mete de rondón y á cierra ojos. (58-59)
 La profecía acierta. Sin el apoyo de ninguna institución o casa editorial, Villergas      tiene que salir de la ciudad en 1849. Pero pronto vuelve y persiste después, hasta que un enfrentamiento público con el general Narváez le acarrea un segundo encarcelamiento en 1850. Al salir de la cárcel en 1851, decide marcharse a París, iniciando así la larga etapa de viajes entre Europa y las Américas que va a definir el resto de su vida en el que no va a descansar en ningún país durante más de tres años. El mero número de viajes que Villergas emprende entre las Américas y España --un mínimo de dieciséis travesías del Atlántico (Gómez Villaboa 279)-- provee el especial interés de su caso para la historia cultural transatlántica: Para él, como para los indianos que van y vienen á un quítame allá esas pajas,era este ya un viaje sencillo y sin importancia; y él mismo…. solía decir humorísticamente… que no iba más á menudo á Habana “por la parada de Medina”… Con lo cual quería aludir á la pésima combinación de trenes en la estación de Medina del Campo, que obligaba --y aún obliga-- á largas y cansadas esperas. (Alonso Cortés 126) Villergas hace su primer viaje a América Latina en 1857, iniciando unos cuarenta años de vaivén entre allí y la península ibérica. Pasa tiempo en varios países latino-americanos --Argentina, Perú y México entre ellos—fundando y trabajando en periódicos en la mayoría de esos lugares. Pero donde más demora es en la isla de  Cuba, donde pasa un total de veinticinco años, interrumpidos con vueltas regulares a España. Aun entre tanto ir y venir, Villergas logra establecerse como parte significativa de la vida cultural en La Habana, desde donde escribe la mayor parte de su producción periodística entre 1857 y el final de su vida. Se ve que Villergas se ocupa en la primera década de su estancia en América Latina con el afán de seguir evitando la censura, pero ya para 1868 su actitud va a cambiar hacia una abierta postura política en cuanto a su periodismo latinoamericano. De 1868 en adelante se ve de nuevo su tendencia a la polémica en la que sobresale el conflicto entre su viejo republicanismo y su nuevo colonialismo frente la cuestión de la independencia para la isla cubana. Debe constar que hace falta una investigación sobre el contenido específico de los escritos de Villergas entre este año y el de su muerte en 1895. Para delinear los contornos específicos de sus creencias, es imprescindible un detenido estudio de sus contribuciones en varios periódicos y los discursos dados en las Cortes españolas durante su época allí como diputado republicano, para, desde ahí, profundizar en los argumentos y articulaciones que Villergas hiciera de sus posiciones de 1869 en adelante.
Para nuestro propósito nos limitamos a repasar a grandes rasgos sus actividades entre 1868 y 1895 para señalar un nuevo acercamiento a dicha producción:¿cómo nos ayuda a explicar la relación entre el liberalismo y el colonialismo europeos, que se ven en tan incómoda yuxtaposición durante el período de la carrera latinoamericana del español Juan Martínez Villergas? Nada más llegar a La Habana en 1857, Villergas inicia su primer semanario, pero encuentra problemas con los censores pocos meses después, por lo que decide voluntariamente marcharse con la familia a la Ciudad de México, donde funda otro periódico en seguida. Sólo sale una edición de Don Junípero (1858) cuando atrae la atención del gobierno del General Zuloaga, quien es el responsable del incidente abajo, descrito en las palabras del propio Villergas: La acogida que el público dispensó á mi citado periódico fue fabulosa: la gente acudía como á borbotones en busca del primer número, y envista de los pedidos que de hora en hora me hacían los libreros y repartidores, tuve que dar en la imprenta la orden de aumentar la tirada; pero no bien había yo dado esta orden, cuando el gobierno tuvo por conveniente hacer recoger la edición por medio de la policía, mandando además repartir la letra de la forma y borrar el dibujo de la piedra litográfica.(Alonso Cortés 87)El gobierno le manda salir de México y Villergas vuelve a La Habana, donde prosigue sus esfuerzos periodísticos. Allí comienza el proyecto que va a disfrutar de una longevidad inusitada en la carrera de Villergas: El Moro Muza, periódico que durará más de quince años en sus varias manifestaciones. Villergas ya había revelado una tendencia patriótica y españolista –la que va a definir su periodismo latinoamericano a partir de 1868-- en la década anterior, en un incidente que le gana la reputación de patriota español en la Argentina. En 1853, durante su primer destierro en París, Villergas responde a un pedido de su viejo amigo Benito Hortelano, ya emigrado e instalado en Buenos Aires, de que escriba un artículo en respuesta a los Viajes por España, África y América (1849) de Domingo Faustino Sarmiento. Dicho trabajo había generado cierta polémica entre círculos españoles por su alabanza de Francia y crítica de España; entre otros aspectos, Sarmiento se quejaba de la mala calidad de las artes y las letras españolas y el vergonzoso sistema de comunicaciones en la península (142). En un ensayo inaugural al mundo internacional del periodismo, Villergas escribe su Sarmenticidio, cuyo subtítulo es representativo del tono satírico tan típico de...
                                                                              Continuará

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